Virgen del Magnificat, Botticelli
Virgen del Magnificat, Botticelli

Virgen del Magnificat, Botticelli

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Autor: Botticelli
Título: Virgen del Magnificat
Título inglés: Madonna of the Magnificat
Ubicación original: Galería Uffizi, Florencia, Italia
Año: 1481

La Virgen, colocada en el centro de un formato "tondo" (la palabra "tondo" proviene del italiano "rotondo", que significa "redondo"), domina la escena con una composición simétrica que refuerza su rol como eje de la pintura de forma visible y espiritual. Es notable el efecto de "lente gran angular" que consigue el maestro florentino del renacimiento en este lienzo, muy visible en las proporciones de la figura de la Virgen y el niño Jesús, peculiarmente más grandes que los cinco ángeles que los rodean. Así logra hacer que las figuras principales, de alguna manera, salten hacia adelante, copiando así la técnica oriental de la iconografía en donde el punto focal está posicionado delante del cuadro y no al fondo de la composición. A todo esto Sandro Botticelli agrega una curvatura a todos los elementos de la obra, con la que construye un efecto de lente gran angular o de "gota de agua" realmente extraordinario. A su alrededor, los ángeles que la asisten no solo actúan como servidores celestiales, sino como símbolos de la armonía social ideal que los poderosos del renacimiento florentino aspiraban a plasmar en la política y el arte. El uso del temple sobre tabla permite una riqueza de detalle en las texturas de las vestimentas y en los matices del rostro, con una luz que baña suavemente cada figura como si la escena estuviese iluminada desde dentro.

Este cuadro pertenece al primer renacimiento, heredero del gótico internacional, pero lo trasciende al integrar perspectiva, naturalismo y alegoría con una gracia nueva. Botticelli, bajo la influencia del círculo neoplatónico de los Médici, pinta una imagen que glorifica tanto la inteligencia divina como la nobleza humana, en sintonía con la visión humanista de su tiempo. Las figuras podrían representar miembros de la sociedad florentina idealizada, donde el orden propuesto por el gobierno se intenta validar moralmente, o sea que lo que es legal, la gente lo acepte como algo moral. La obra influyó en posteriores representaciones de la Virgen como figura esencial y majestuosa, dejando una huella en artistas como Rafael y Perugino, que retomaron este modelo, elevando hasta los altares celestes el rol de la "nueva mujer", como intercesora del mundo y esposa, madre e hija del mismo creador del universo.