L.H.O.O.Q. - Marcel Duchamp

L.H.O.O.Q. - Marcel Duchamp

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Autor: Duchamp
Título: L.H.O.O.Q.
Título inglés: L.H.O.O.Q.
Ubicación original: Musée National d'Art Moderne, París, Francia
Año: 1930

En 1930, Marcel Duchamp volvió a desafiar la historia del arte con L.H.O.O.Q., una reinterpretación iconoclasta de la Mona Lisa en la que el bigote y la perilla añadidos a su rostro no solo ridiculizan el ideal renacentista de la belleza, sino que también cuestionan el concepto de originalidad en la era de la reproducción masiva. El título, un juego fonético en francés, insinúa un doble sentido burlón, reflejando la esencia provocadora del dadaísmo, movimiento del cual Duchamp fue uno de los máximos exponentes.

A diferencia de las vanguardias que lo precedieron, como el cubismo o el futurismo, que aún valoraban la exploración formal, el dadaísmo no buscaba construir, sino destruir las jerarquías tradicionales del arte, exponiendo su arbitrariedad. Duchamp, al intervenir una postal barata de la pintura más famosa del mundo, subvierte la noción de lo sagrado en el arte, convirtiendo lo intocable en objeto de burla. Con este gesto, anticipa el concepto de "ready-made" rectificado (o "arte encontrado"), donde un objeto hallado es alterado mínimamente para dotarlo de un nuevo significado.

El impacto de "L.H.O.O.Q.", también conocida como "L.H.O.O.Q. or La Joconde", se extiende más allá de su época: influyó en el arte conceptual, en el arte pop de Andy Warhol, y en la práctica del apropiacionismo de artistas como Sherrie Levine, quienes cuestionaron la autoría en un mundo saturado de imágenes reproducidas. A nivel simbólico, la masculinización de la Mona Lisa busca satirizar el ideal de una obra maestra impresa más de mil veces y que acaba siendo, muchas veces, una imagen sin alma. Con el fin de jugar con la identidad, la autoria y el valor que estampa la persona al objeto, Duchamp exploró con su alter ego Rrose Sélavy, fusionando arte, género y provocación.

Exhibida hoy en el Musée National d’Art Moderne de París, L.H.O.O.Q. sigue siendo un desafío al espectador: ¿es una obra maestra, una broma, un insulto o todo a la vez? Duchamp entendió que el arte no solo reside en la ejecución material de una obra, sino en la idea que la sustenta. En un siglo XXI donde la imagen es constantemente reciclada y resignificada, la Mona Lisa con bigote sigue sonriendo.